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Fábrica de Artes y Oficios, Faro de Oriente
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Este sábado 13 de octubre, a las 15 hrs. el Faro de Oriente invita a la inauguración de la exposición pictórica: Adentro de la Vida en la que el autor, el artista Luciano Valentinotti (Fiume, Italia / 1929), maneja el tema del sufrimiento como un cuento claro e inmediato, no como dolor, sino por la condición de la vida. Y de aquí – y coherentemente – las grandes dimensiones de las telas que emplea, se vuelven una herramienta, se convierten en el mundo, no una parte circunscrita y delimitada. La misma cosa dicen los colores encendidos y casi alucinados, los colores rojos, amarillos azules que marcan en la tela/mundo unos espacios definidos por una densidad que es el espesor del tempo, de todo el tiempo.
El artista ofrece un sentido al discurso con unas figuras, a menudo curvas, empeñadas en algún trabajo, involucradas en alguna escena de violencia familiar o con la muerte como fuese un cargo pesado. Y todo como si fuese una condición inexorable de la vida, y hasta la posibilidad de quitarle, en el bien y en el mal, algún valor ético, alguna responsabilidad.
Entre estas pinturas que nos entregan a un artista, queda, sin embargo, suspendida una ulterior pregunta que el mismo artista sugiere: ¿pero es cierto que en el sufrimiento, en la pobreza y en el trabajo, no puede haber un anuncio de esperanza?
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Este sábado 13 de octubre, a las 15 hrs. el Faro de Oriente invita a la inauguración de la exposición pictórica: Adentro de la Vida en la que el autor, el artista Luciano Valentinotti (Fiume, Italia / 1929), maneja el tema del sufrimiento como un cuento claro e inmediato, no como dolor, sino por la condición de la vida. Y de aquí – y coherentemente – las grandes dimensiones de las telas que emplea, se vuelven una herramienta, se convierten en el mundo, no una parte circunscrita y delimitada. La misma cosa dicen los colores encendidos y casi alucinados, los colores rojos, amarillos azules que marcan en la tela/mundo unos espacios definidos por una densidad que es el espesor del tempo, de todo el tiempo.
El artista ofrece un sentido al discurso con unas figuras, a menudo curvas, empeñadas en algún trabajo, involucradas en alguna escena de violencia familiar o con la muerte como fuese un cargo pesado. Y todo como si fuese una condición inexorable de la vida, y hasta la posibilidad de quitarle, en el bien y en el mal, algún valor ético, alguna responsabilidad.
Entre estas pinturas que nos entregan a un artista, queda, sin embargo, suspendida una ulterior pregunta que el mismo artista sugiere: ¿pero es cierto que en el sufrimiento, en la pobreza y en el trabajo, no puede haber un anuncio de esperanza?
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